Testigos Infames¡¡

Gustavo Fondevila / Testigos infames Por Gustavo Fondevila

(13-Ago-2012).-

 

El 24 de enero pasado, Salvador Larios Alcázar fue detenido por agentes del Ministerio Público de la Delegación Tlalpan al parecer sin orden de presentación ni aprehensión. Fue acusado del delito de robo a mano armada a casa habitación y violación en grado de tentativa. El asalto a una casa ubicada en el Fraccionamiento Club de Golf México había sido realizado 5 meses antes, el 29 de agosto de 2011. En las audiencias donde se desahogaron las pruebas a su favor se presentó la bitácora de vigilancia, el video de la entrada y testimoniales.

 

En su contra, solamente se ofreció la identificación visual de tres de las cuatro víctimas. Pero alcanzó para que el juez 64 penal, Casciano Carlos Morales García lo sentenciara a 14 años de prisión.

 

En la averiguación previa FTL/TLP-3T1/02696/11-08 hay muchas irregularidades que son comunes en estos casos (órdenes de aprehensión que no aparecen, reconocimientos en la cámara de Gessel que no fueron tales, etc.) pero lo más grave es que falta lo de siempre: investigación científica. Y lo peor es que la condena vino a sellar un problema generalizado de la procuración de justicia en la Ciudad: el uso de testigos para construir causas.

 

CONFESIONES Y TESTIGOS

 

Es muy difícil rechazar la identificación de la víctima o de personas que vieron un crimen. Y además es injusto. Pero se puede relativizar esos testimonios y pedirle al Ministerio Público que haga -por una vez- el esfuerzo de integrar un expediente con algo de investigación. Los testimonios tienen sentido si confirman o son confirmados por otras evidencias, pero en sí mismos, salvo en raras ocasiones, son influenciables.

 

Hay muchas teorías respecto de la memoria y sus fallas. Desde la "weapon focus" que sostiene que en episodios violentos la concentración de la gente se focaliza solamente en el arma, hasta el experimento de Gabbert que muestra diferentes versiones de un mismo crimen a un grupo de gente y que habitualmente tiene por resultado que el 70 por ciento de los participantes reporten cosas que no aparecen en la escena. No es casual que el "Proyecto Inocencia" de la Cardozo School of Law (USA) haya logrado exonerar con pruebas de ADN a cerca de 300 condenados en ese país desde el año 1989 y el 73 por ciento de esas sentencias estuvieran basadas en testimonios oculares.

 

Esto ha llevado a que en muchos países (Alemania, por ejemplo), los simples testimonios oculares sin otras pruebas y sin una adecuada confirmación no alcancen para llegar a una condena.

 

En el DF, el tema de los testigos oculares es un problema poco explorado de la procuración de justicia. Y esto se debe a que históricamente fue opacado por las confesiones -y la forma habitual de conseguirlas- que tocaban una vena muy sensible: la aberrante violación de los derechos humanos. Pero en la práctica, los testigos son la contracara de las confesiones. Un modo simple de "construir" una causa sin tener que ensuciarse las manos con violencia. ¿Y qué puede ser más efectivo que una persona diga que vio a otra cometer un crimen y que el MP no lo corrobore? Cuando hay testigos oculares incluidos en un expediente, se puede tener la certeza de que el MP mandó "derecha la flecha" como se dice en el argot. Y basta preguntarle a Antonio Zúñiga (Presunto Culpable) si esas flechas llegan al blanco o no.

 

Porque hay dos grandes maneras de construir un caso: a) una forma dura con confesiones y otra b) más ligera con testigos. Y si la confesión es la reina madre de todas las pruebas, los testimonios oculares le siguen de cerca el paso porque ningún juez se resiste a un testigo que dice haber visto algo. Es un procedimiento menos riesgoso de "construir" un caso, a gusto del ministerio público o bien de quién lo pueda pagar. Los testigos se pueden conseguir con dinero, por propia voluntad o también recurriendo a la extorsión. Porque en materia de confesiones y testigos, todo se vale.

 

Pero hay otro costado: la falta de control judicial. Porque esto no sería posible si los jueces no aceptaran los "supuestos" hechos que figuran en el expediente como una verdad absoluta e incontestable, sin audiencias adecuadas, ni careos entre testigos y el imputado, ni comprobaciones de ninguna clase.

 

Y lo cierto es que ya no tiene sentido esperar nada más de este modelo. Hay que esperar a que la lenta tortuga de la reforma procesal penal libere a la Ciudad de esta forma tan injusta de hacer justicia.

 

Fuente:

Gustavo Fondevila / Testigos infames Por Gustavo Fondevila

(13-Ago-2012).-

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